Con ánimo de lucha y resistencia, El Salvador se moviliza contra el autoritarismo

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El pasado 15 de septiembre, en un hecho inédito para la historia salvadoreña, miles de personas abarrotaron las calles de la ciudad capital en el Bicentenario de la Independencia para alzar su voz en contra de las acciones del gobierno de Nayib Bukele y sus aliados en los distintos órganos del Estado.

La masiva movilización fue convocada por organizaciones de diversa trayectoria y afinidad política, entre las que destacaban el Bloque de Resistencia y Rebeldía Popular (BRP), la Coordinadora de Movimientos Populares, sindicatos, organizaciones feministas y LGBTI+, iglesias, grupos ambientalistas, gremios profesionales, entre otros. La manifestación fue amplificada en las redes sociales con el hashtag #El15marchamos.

De acuerdo con representantes de las organizaciones participantes, la amenaza que el gobierno de Bukele representa para las diversas reivindicaciones del espectro político salvadoreño, ha empujado a que sectores antagónicos busquen un punto en común: detener la consolidación de una dictadura. 

Si bien una parte importante de la convocatoria fue resultante de la trayectoria organizativa del movimiento popular, la marcha se caracterizó por los miles de ciudadanos y ciudadanas que acudieron voluntariamente, así como por la diversidad de sectores y actores sociales que se unieron para exigir un alto a las políticas autoritarias y antidemocráticas de la administración Bukele. Muchas de las personas participantes marchaban por primera vez en su vida.

En un comunicado, el BRP reiteró su “declaratoria de resistencia popular” contra el régimen de Nayib Bukele y en contra del negocio del bitcóin, el alto costo de la vida, los despidos injustificados, la reelección presidencial, la destitución de fiscales y jueces, la persecución política, la falta de transparencia y la instrumentalización de la fuerza armada, entre otros.

Asimismo, miles de mujeres, agrupadas dentro y fuera del bloque feminista, denunciaban la violencia de género y exigían justicia por las desapariciones y asesinatos de mujeres en el país. También acudieron cientos de personas que demandaban que se garantice el derecho humano al agua, el cese de la militarización, el respeto a la libertad de prensa, el cumplimiento de la Constitución y de la separación de poderes. Ver redondel de fotos aquí.

Para Néstor, activista LGBTI+, participar en la concentración fue una forma de unirse “al descontento de todo el país por las disposiciones que la Asamblea Legislativa ha tomado”, como la de archivar la Ley de Identidad de Género, “impidiéndoles a las compañeras y compañeros transgénero tener un documento de identidad personal” con un nombre que corresponda a su identidad de género.

Carmen, una participante ciudadana, expresó que “el Ejecutivo tiene todos los órganos del Estado y los ha controlado de una manera ´democrática´, como lo maneja él, porque se supone que es lo que el pueblo quiere, pero en realidad todo se está haciendo de manera ilegítima e ilegal, y estamos aquí para defender la soberanía de la República, del Estado”. Ver video collage de la manifestación aquí.

La multitudinaria concentración concluyó con éxito a pesar de los intentos de grupos no identificados de impulsar acciones violentas orientadas a voltear la opinión pública en contra de la ciudadanía manifestante. Los ánimos no caldearon tras la actividad, pese a las declaraciones hechas por el presidente Nayib Bukele durante su mensaje a la nación, el 15 de septiembre por la tarde, en las que acusó a la “comunidad internacional” de financiar a la oposición y sugirió que, si esta continúa recibiendo el supuesto apoyo, podría verse en la necesidad de recurrir a utilizar gas lacrimógeno en contra de quienes se opongan a sus medidas.

El 15 de septiembre de 2021 marcará un punto de inflexión en la historia salvadoreña reciente. Ni la millonaria propaganda Estatal en contra de las resistencias populares ha sido suficiente para opacar el anhelo de la población por una país en el que las diferencias se ventilen en democracia y no sean anuladas por una dictadura.

Este despertar, asegura Maricela Ramirez,  “conlleva a una transformación de las luchas del pueblo, que podría significar un potencial punto de partida de una nueva etapa en la articulación del movimiento popular salvadoreño, en la que las reivindicaciones sectoriales converjan y avancen en unidad hacia una lucha política en contra del abuso de poder desde el Estado y del avance del autoritarismo en el país.”

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